Antífona de entrada (cf. Lc 4, 18)
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón.
Oración colecta
Oh Dios, Padre supremo de los creyentes,
que, por la predicación del obispo san Saturnino,
nos iluminaste con la luz de la fe,
haciéndonos renacer en el bautismo,
concédenos, por su ejemplo e intercesión,
dar testimonio del Evangelio ante el mundo
y ser partícipes de la resurrección de Cristo.
Él, que vive y reina.
Primera lectura (Is 52, 7-10)
Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «Tu Dios reina»!
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro ruinas de Jerusalén, que el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10; R.: 3)
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del aclamad la gloria del nombre del Señor.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;él gobierna a los pueblos rectamente».
Segunda lectura (1Tes 2, 8-13)
Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios,
sino hasta nuestras propias personas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 8-13
Hermanos:
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de que nuestro proceder con vosotros, los creyentes, fue leal, recto e irreprochable; sabéis perfectamente que, lo mismo que un padre con sus hijos, nosotros os exhortábamos a cada uno de vosotros, os animábamos y os urgíamos a llevar una vida digna de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria.
Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.
Aleluya (Mt 28, 19a. 20b)
Id y haced discípulos a todos los pueblos —dice el Señor—; yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Evangelio (Mt 28, 16-20)
Id y haced discípulos a todos los pueblos
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.»
Oración sobre las ofrendas
Oh Dios, autor y dispensador de los dones que te ofrecemos,
infunde en nosotros la gracia de este sacrificio,
que encumbró a san Saturnino
a la gloria del martirio,
para que nos lleve a la santidad plena.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
Los trabajos apostólico de san Saturnino
V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Tú, Pastor supremo, no abandonas a tus hijos,
que, san Saturnino, con sus trabajos apostólicos,
los hizo nacer a tu vida,
los alimentó con la palabra de salvación
y los confirmó con el testimonio del martirio.
También, ahora, los sigues protegiendo con tu poder,
para que, santificados en la verdad y fortalecidos en la unidad,
te dignes plenificarlos en la gloria,
por Cristo, Señor nuestro.
Por quien los ángeles alaban tu majestad,
las dominaciones la adoran,
las potestades la veneran con temor;
los cielos, las virtudes de los cielos
y los bienaventurados serafines,
celebran tu gloria unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de comunión (Jn 10, 10)
Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante, dice el Señor.
Oración después de la comunión
Mira, Señor, a tu familia,
que san Saturnino engendró con la palabra de la verdad
y alimentó con el sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo;
y, a quienes, por su predicación, tu gracia les dio la fe,
por este sacramento, les haga fervientes en el amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.