Según la tradición, en este lugar (indicado con una placa redonda en el suelo junto a la iglesia) hubo un pozo de agua en el cuál San Saturnino (primer obispo de Toulouse) bautizó a los vascones romanizados de la Pamplona del siglo III, entre los que se encontraba el senador Firmo y su hijo Fermín (que más tarde se convertiría en San Fermín).
Se dice que junto al pocico había un templo donde los pamploneses adoraban a la diosa romana Diana.
En una fachada cercana, esta imagen de la diosa nos lo recuerda.